miércoles, 3 de enero de 2018

I JORNADAS INTERNACIONALES DE ESCUELAS DE CINE



Génesis del Festival, la I Semana Internacional de Cine-Foto-Audiovisión se celebró en el cine Prado del 30 de septiembre al 6 de octubre de 1967 como parte de una serie de actividades que el Ayuntamiento de Sitges y algunas entidades sitgetanas promovieron por el turismo de la villa, que experimentó un importante crecimiento de forasteros en aquella época, y con afán de potenciar la temporada baja de la localidad.

Como dato menor, cabe recordar que en aquella época Sitges disponía de tres cines: Prado, El Retiro y Rialto. Prado y Rialto eran las salas más modernas. Prado y El Retiro siempre han acogido el Festival de Cine de Sitges y en la actualidad aun lo hacen, mientras que el cine Rialto desapareció. 


ORGANIZACIÓN


La junta de la entidad local Sitges Foto-Film decidió, en casa de su presidente, Pedro Serramalera, proponer al alcalde, José Antonio Martínez Sardá, unas jornadas internacionales de cine.

El municipio ya había experimentado los beneficios del séptimo arte años atrás con el rodaje de varias películas y el consistorio aceptó el proyecto de la entidad, constituyéndose una comisión organizadora presidida por el propio Serramalera y formada principalmente por Antonio Rafales Gil y Joan Manuel Marcé Gea.

Según explica Antoni Collera, que era presente en la reunión, “el Dr. Serramalera hizo un pronóstico; esta Semana de Cine se nos puede hacer tan grande, puede que tenga tanto éxito que… nos la quitarán de las manos”.

Con el fin de formalizar el proyecto, la comisión se puso en contacto con varios críticos de cine de Barcelona, como Antonio V. Kirchner, Pere Fagés, Joan Pere Ginés y Romà Gubern. Los dos primeros eran activos organizadores de los primeros cineclubs celebrados en Sitges.

Según el crítico de cine Pere Fagés, “el Ayuntamiento de Sitges llamó a Antonio Kirchner para organizar en la villa una manifestación en torno al cine que sirviera para publicitarla un poco más allá de la alta temporada turística y Kirchner me pidió que trabajáramos en equipo como en otras ocasiones” (La “contestazione”, Catálogo del Festival 1987).


PROGRAMACIÓN


La programación constaba de un concurso internacional de fotografía en color y en blanco y negro, sesiones especiales de demostraciones de televisión en color, conferencias y concesión de premios en alta fidelidad, y unas jornadas internacionales de escuelas de cine (celebradas del 1 al 6 de octubre) en las que se presentaron los ejercicios (prácticas o películas de fin de carrera) de los últimos cursos de las principales escuelas de Europa y América, así como una retrospectiva de las prácticas realizadas por alumnos que en la época ya eran auténticas figuras en la cinematografía mundial, como  Roman Polanski o Skolimowski.

La semana se dividía en tres secciones:

En cine, I Semana Internacional de Cine Fantástico.
En foto, I Salón Internacional de Fotografía (tema turístico).
En audiovisión, los claveles de Sitges para los mejores de Televisión Española.

La comisión ejecutiva del certamen se desplazó a diversos países europeos para concertar los cortometrajes que participaron representando a cada escuela y para cursar las oportunas invitaciones a los alumnos y profesores interesados.

En el panorama nacional, casi la totalidad de autores asistieron a las jornadas encuadrados en la llamada Escuela de Barcelona, movimiento cinematográfico catalán de intelectuales ávidos de cine europeo libre pensante y de ruptura con el cine nacional producido en la época. 

Los días 3, 4, 5 y 6, a las 11:30 de la mañana, en la sala del Casino Prado Suburense se proyectó Dante no es solamente severo, de Jacinto Esteva y J. Jordá; Cada vez que…, de Carlos Durán; Fata morgana, de Vicente Aranda; Cercles, de Ricardo Bofill, y Raimon, de Carlos Durán. Además, el mismo día se pasaron las películas de Pedro Portabella y de Gonzalo Suárez.

En la sesión de la noche se proyectaron Los buenos samaritanos, de Francisco Montoliu, Tierra de hombres, de A. Péléchian, Una limosna pro barracas de San Canimiro, de Pedro Balañá, La ejecución de M. Hartwig, de Postdambabelsberg, y La muerte del provincial, de Krzyaztof.

Las obras presentadas en el certamen procedían de la Escuela Oficial de Cinematografía de Madrid, de Lodz, de Budapest, del F.A.M.U. de Praga, del I.D.H.E.C. de París, de la Escuela de Cine de Berlin, de Studentewverk Kiel de Kiel, de la Escuela de Profesionales de Altos Estudios Cinematográficos de Atenas, del Instituto Fílmico de la Universidad Católica de Santiago de Chile, del Centro Experimentale di Cinematografía de Roma y de muchas facultades americanas.

Según el periódico La Vanguardia Española (viernes, 15 de septiembre de 1967), también se interesaron para participar el Departamento de Cinematografía de la Escuela Superior de Bellas Artes de la Universidad Nacional de la Plata (Argentina) y el Instituto de Cinematografía de la Universidad del Litoral de Santa Fe (Argentina).

Para completar las proyecciones se celebraron unas conversaciones desarrolladas por los alumnos, presididas por el ensayista e historiador de cine Manuel Villegas López como moderador y con intervención de profesores y técnicos titulados. El crítico y realizador cinematográfico Fernán Gubern ejerció de secretario de las ponencias.

El temario de las conversaciones fue “Escuela y Profesión” desarrollándose las ponencias de acuerdo con la problemática de las escuelas (formación de técnicos; investigación; confrontación de los planes de estudio) y la incorporación a la profesión (modos o sistemas; posibilidad de la incorporación a un cine de producción independiente y experiencias en los distintos países).

En la cuarta sesión de trabajo de las conversaciones con la exposición de la ponencia "Posibilidades del cine independiente", a cargo de Juan Ramón Jordán de Urries, se siguió un pertinente coloquio que trascendió en cierto modo los límites de la ponencia cuestionándose la efectividad y posibilismo de organismos como ASDREC (Asociación Sindical de Directores Realizadores Españoles Cinematográficos).


PALMARÉS


La Semana se clausuró bajo la presidencia del alcalde de la localidad y del director de la Escuela de Cinematografía de Madrid, Carlos Fernández Cuenca, y otras personalidades. Al término del acto de entrega de premios ambos pronunciaron unas palabras.

Los premios otorgados por el certamen fueron:

Mejor presentador, José Luis Uribarri.
Mejor actor, Luis Prendes.
Mejor actriz, Ana María Vidal.
Mejor guionista, Jaime de Armiñán.
Mejor director, Carlos Baroja.
Mejor realizador de programas dramáticos, Esteban Durán.
Mejor realizador en directo, Vicente Llosa
La personalidad del año en T.V.E. (Televisión Española), al equipo de la segunda cadena nacional.


LA AUTORIDAD Y LOS INTELECTUALES


En tiempos de censura en general y en especial en el mundo del espectáculo debido a la dictadura de Francisco Franco (de 1939 a 1975), los metrajes que se proyectaban en las jornadas debían pasar dos filtros, un primer visionado en Madrid (Dirección General de Cine del Ministerio de Información y Turismo) y posteriormente ante el subdelegado del ministerio en Vilanova i la Geltrú, población vecina y capital de la comarca barcelonesa del Garraf, donde se ubica Sitges. 

Algunos de los cortometrajes presentados de alrededor del mundo no consiguieron el permiso del subdelegado. Así, destaca una obra procedente de una escuela de Illinois (Estados Unidos) no autorizada por el funcionario por tratar el tema de la guerra del Vietnam en unas jornadas de jóvenes realizadores.

Según asegura Francesc Borderia, quien fuera durante más de 20 años coordinador de proyecciones del cine El Retiro, “las películas no se visionaban en Madrid, porque llegaban directamente al aeropuerto de El Prat. El funcionario de Vilanova era el principal encargado de visionar las obras y de decidir que se censuraba y que no”.

Los organizadores recuperaron las copias apropiadas por el funcionario subdelegado del ministerio, pero el evento transcurrió con cierta tensión y los rumores sobre un texto protesta, titulado Manifiesto de Sitges, que sería distribuido el último día, fue caldeando el ambiente. “El Ayuntamiento de Sitges secuestró la multicopista y clausuró las oficinas que disponíamos, intentando por la vía del diálogo primero y de presión después, que paralizáramos el documento, pero el documento ya estaba impreso”, según explica el crítico de cine y organizador Pere Fagés.

El día de la cena de clausura, celebrada el 6 de octubre en el Hotel Calípolis, mientras el estamento oficial intentaba pronunciar un discurso, los participantes que protestaban por la censura repartieron ejemplares del manifiesto y el evento se clausuró con una deprimente pelea colectiva donde volaron platos, sillas y comida. El propio alcalde perdió los nervios y agredió a una periodista de Madrid que cubría la cena para la Radio Nacional.

La guardia civil de Sitges y de los alrededores y la policía local, ya apelotonada al inicio de la cena en torno al hotel, entró y clausuró la Semana llevándose a varios invitados a la prisión de la villa, entonces situada en la planta baja del actual edificio del Ayuntamiento de Sitges.

Pese a que las jornadas sobre escuelas de cine no trataban directamente el cine fantástico, sin ellas el Festival no hubiera nacido. El germen del actual del Festival de Cine de Sitges yace en los organizadores locales que a sabiendas de la mala experiencia vivida con las jornadas siguieron creyendo en el potencial turístico de una muestra de cine.

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